El juicio de amparo no es el problema, sino tu hábito de lectura

Al día de hoy no son pocos los abogados que utilizan las redes sociales para venderse como los gurús del juicio de amparo con sus supuestas fórmulas infalibles para ganar cualquier juicio. Claro, no sin antes demonizar a sus libros de doctrina, cursos, diplomados y posgrados por no enseñar cómo redactar un amparo real que gane juicios. Y una vez atrapada la curiosidad del prospecto con esta estrategia barata, ponen a la venta, cual Mesías, “el secreto” imbuido ya sea en su libro o en sus clases grabadas. Sin embargo, la realidad es que ese secreto no es más que una mezcla de reglas básicas de redacción y lógica formal que puedes conseguir gratis leyendo más.

De eso se debería dar cuenta cualquier egresado de la preparatoria que cuente con esos conocimientos tan básicos para alguien que aspira a obtener un título universitario. Pero entonces, ¿por qué enseñar redacción y lógica formal es visto como la gran panacea para redactar juicios de amparo? Pues por el pésimo nivel educativo en México que en vez de egresar personas críticas, forma analfabetas funcionales con títulos inclusive universitarios (tal como reflexioné en torno a la profesión jurídica en mi entrada El licenciado en Derecho con título pero sin conocimiento jurídico) que avalan formalmente un supuesto conocimiento, cuando en realidad no es así.

Es por ello que escuchar a los gurús del juicio de amparo decir que con los machotes o fórmulas que ellos te enseñarán (que no son otra cosa más que, insisto, usar la lógica formal y reglas básicas de redacción), obtendrás lo que no te dicen los libros de doctrina, diplomados y posgrados que sólo atienden a la teoría pero jamás aterrizan ni explican paso a paso cómo redactar una demanda de amparo; a lo que en realidad se refieren  es a remediar una defectuosa instrucción de la educación media-superior. Tan sencillo como eso.

Y es que créeme, el mercado mexicano demanda a personas, de todas las profesiones y oficios, con la capacidad de expresarse con claridad por escrito. Sin embargo, ni  la mayoría de los egresados de la preparatoria ni las universidades cuentan con esta habilidad. ¿Por qué? Porque no leen lo suficiente. Esto es por de más evidente cuando abres cualquier red social y te encuentras que cientos de personas evitan escribir textos largos y complejos, sencillamente porque no saben cómo volcar sus pensamientos por escrito. De ahí que a lo mucho los usuarios se limiten a la expresión a través de monosílabos o de un único párrafo.

Lo bueno, es que la mayoría de los mexicanos pueden darse ese lujo, ya que si bien la habilidad comunicativa por escrito es ideal para todas las profesiones y oficios, lo cierto es que hay unas más que otras en las que es más necesaria. Lo malo, es que para el licenciado en Derecho en todas sus facetas es pieza toral. Así, no importa si un licenciado se decantó por el notariado, la administración pública, función jurisdiccional, academia y desde luego el litigio. Escribir con pulcritud y coherencia es clave para que sea exitoso, dado que de alguna u otra forma cada faceta se constriñe a argumentar, lo cual sí o sí va a terminar haciéndose por escrito.

Dicho esto, para ahorrarte la fatiga y hacerte un favor, en esta entrada voy a explicarte por qué leer más puede mejorar la redacción de tus amparos, para luego rematar con unos consejos a modo de aceleradores en tu progreso. Aclarando, que esto sólo te ayudará para impugnaciones sencillas, mas no para aquellas donde inclusive la doctrina no es unánime y en donde, más allá de conocer la teoría del juicio de amparo, hay que saber de historia del derecho, filosofía, derecho constitucional, argumentación jurídica, entre otras.

Por tanto, no afirmo que leer por leer te convierta por sí solo en un experto en el juicio de amparo, dado que a diferencia de esos falsos gurús, al ser una cuestión técnica sí hay que leerse literatura técnica. Empero, coincido en que hacer esto sin contar con los rudimentos de redacción y lógica formal, sería un sinsentido. Consecuentemente, sí es importante que se atiendan esas carencias antes de entrar a ese estudio, pero eso se subsana leyendo más y no pagando por ver videos que en todo caso no son una cura del problema, sino un paliativo.

Porque la mayoría de nuestro conocimiento se almacena en el subconsciente, así que no importa cuánto estudies una y otra vez reglas gramaticales, si tu mente no ha aprehendido—que no es lo mismo que aprender— los patrones del lenguaje por escrito. Luego, si quieres aprender a escribir ‘en automático’ o que las ideas fluyan sin tanta dificultad, lo mejor es exponerte a cientos de narrativas donde tu subconsciente capte textos bien escritos que, en la mayoría de los casos, fueron corregidos por profesionales.

No obstante, si eres de esas personas que no han formado un hábito de lectura, sería un suicidio recomendarte leer más sobre amparo a secas cuando no está acostumbrada tu atención ni siquiera a leer. Es por eso que antes de pasar a la lectura técnica (que tal como expliqué en mi entrada Lo que implica ser un abogado postulante. El lector voraz sí o sí tienes que realizar), lo ideal es que se comience con lecturas más “suaves” y de mero entretenimiento, como la literatura.

Y es que no hay mejor forma de ejercitar nuestra mente que a través de la lectura con un cariz de entretenimiento, que mayormente provienen de la literatura. Sin embargo, hay muchas obras literarias que son incluso más complicadas de leer que la teoría del derecho y del amparo. Por eso, si no has leído nunca desde tu juventud, lo mejor es empezar con novelas cortas y ligeras, sobre todo las de corte comercial que aunque utilicen un lenguaje estético, sus tramas no son complicadas. ¿Por cuánto tiempo? Te recomiendo leer al menos media hora diaria y pronto verás magníficos resultados—tres a cuatro meses—.

Con esta práctica te darás cuenta de que, aunque no sepas cómo explicarlo de manera consciente, sientes que después de una frase va una coma. Que tal o cual palabra debe llevar una tilde y que atrás dejarás ese vicio del analfabeta funcional de estar adivinando dónde van las tildes, porque el acento y la tilde te resuena en tu cabeza. También, que te cuesta menos expresarte por escrito y que, por ende, tus escritos como abogado fluyen con regularidad, que es lo que buscamos.

En suma, tienes que leer más para que tu cerebro se adapte a ‘tirar rollo’, como decimos en México, que no es otra cosa más que brindarle a nuestra mente las herramientas necesarias para que pueda construir sus propias obras en el futuro. Y así con la exposición constante a narrativas, el subconsciente imita, emula o como quieras llamarle, pero de que sentirás que es más fácil expresarte y que comprendes las reglas básicas de redacción y lógica formal, lo harás. Así te evitarás perder el tiempo en cursos y videos que no curan el problema de raíz de tener una mente empantanada y reactiva que no pueda vencer a la ‘hoja en blanco’, como les sucede a la mayoría de las personas que no leen les sucede.

Y una vez que consigas ese nivel subconsciente de redacción eficaz y lógica formal, entonces sí hay que dar el gran salto y continuar leyendo, pero textos jurídicos que pulan tu estilo como abogado porque, salvo que ese no sea realmente tu deseo, si te dedicas al litigio, tienes que aceptar que tu trabajo no es crear literatura, sino auxiliar al sistema de impartición de justicia.

Por último, para acelerar la adquisición de ese dominio subconsciente de las reglas básicas de redacción y lógica formal, aquí te dejo tres breves consejos que considero que son grandes aceleradores para tales propósitos:

A Picasso se le atribuye la frase “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” lo cual en mi experiencia es bastante cierta. Y es precisamente el porqué recomiendo que cuando tengamos que redactar algún texto donde se pretenda refutar ideas, como puede ser al elaborarse un recurso de apelación, amparo directo, etcétera; lo mejor es resumir las razones o argumentos que sustentaron el acto impugnado.

¿Cuál sería la razón de esto? Que mientras forzas a tu cerebro a explicitar las razones que sustentan el acto que vas a impugnar, a la par tu mente va explorando formas de refutarlos, que es lo que se pretende con la redacción del texto. Y es que contrario a lo que pudiera parecer, uno no lee una sentencia y al final sabe cómo y en qué alcance la va a impugnar, para luego ponerse cual autómata, a teclear en la computadora el recurso o el amparo. Por el contrario, a medida que uno va redactando la impugnación las ideas emanan en el momento y hay que estar editando y escribiendo nuevos argumentos.

Es por eso que resulta ideal poner a trabajar a tu mente al resumir las razones del acto que impugnas, pues así liberas un poco la tensión de ver la página en blanco por no saber qué escribir. Por ende, explicita las razones de los actos reclamados siempre en tus amparos, inclusive en los amparos directos donde no deben asentarse los antecedentes; lo anterior, para que cobre importancia la frase de Picasso y atestigues que mientras estás trabajando, las ideas e inspiración llegan a ti.

Este consejo me parece una perogrullada, ya que nosotros como abogados trabajamos con un tipo de redacción y textos no vistos en otras profesiones y oficios. Por lo que más allá de leer sobre redacción forense, la mejor manera de aprehender cómo se comunican los tribunales y, sobre todo, cómo se refutan las sentencias de cortes inferiores, es a través de la lectura de las sentencias.

Por eso es que es importante aprovechar la tecnología de hoy en día que nos permite, tanto en el Poder Judicial de la Federación como en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, leer cientos de sentencias en versión pública donde no sólo podrás ver la culminación de un litigio, sino todos sus antecedentes que incluye cómo se planteó el caso, en qué erraron las partes y muchas cosas más. Leer sentencias es lo que diferencia a un verdadero abogado postulante de un leguleyo.

Por último, no podría cerrarse la pinza sin abordar la práctica de la escritura. Y es que a pesar de que con la tecnología nos hallamos escribiendo todo el tiempo, sobre todo en las redes sociales; lo cierto es que ese tiempo de escritura no es de calidad. ¿Por qué? Porque se hace desde un punto de vista reactivo, jamás con un propósito, lo cual es el quid de la práctica jurídica.

Así, cuando un abogado postulante tiene que redactar una demanda, elaborar un recurso de apelación o redactar un amparo, el propósito, aunque implícito, es defender la postura de nuestros clientes. Y es ahí, ante la carencia de experiencia de escribir con propósito, que muchos abogados se ven rebasados por dicha tarea y piden a gritos fórmulas o machotes que alivien el estrés de aventurarse a prácticas nada conocidas.

Es por eso que hay que adelantarnos y dedicar, al menos de veinte a treinta minutos diarios, para escribir algún texto con propósito. Pero, ¿a qué me refiero con tener un propósito? A defender una postura por medio de razones. Es decir, no a realizar una mera descripción ni escritura libre, como podría ser el contar con un diario personal o escribir en redes sociales.

La mejor manera de escribir con propósito es tratando de dar alguna opinión sobre un tema, que puede ser estar a favor o en contra del aborto, de cierto cambio legal o en general de algo donde se tenga que argumentar. Con esta práctica en un corto tiempo adquirirás la habilidad de concebir argumentos con mayor agilidad y tanto tus escritos jurídicos, como las demandas de amparo, así como tus audiencias orales, se verán beneficiadas con tu agilidad argumentativa. Por último, para más consejos en torno a la escritura, te invito a leer mi entrada El abogado postulante como escritor.

Como colofón me gustaría dejarte en esta pequeña entrada algunos juicios de amparo realizados por el suscrito a lo largo de los años y que ya obran agregadas a otras entradas:

Amparo administrativo contra una orden de clausura por la Dirección General de Desarrollo Urbano en Ciudad Juárez.

Amparo administrativo en contra de actos de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento de Ciudad Juárez.

Amparo de búsqueda de una orden de desalojo.

Por Omar Gómez

Abogado postulante en materias fiscal, administrativo y constitucional

Socio en belegalabogados.mx

Contáctame en hola@ogomezabogado.com

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